Patricia Ramírez, desde muy pequeña tiene un gran vínculo personal con Canarias. Es psicóloga, escritora, conferenciante, actriz y divulgadora en diferentes medios de Comunicación. Imparte talleres y seminarios, tanto online como presenciales, entre los que destacan “Habilidades para una vida plena”,” Autoestima. El arte de quererse bonito”, “Aprender a relacionarnos con la Ansiedad y Mindfulness” y “Aprender a comer con serenidad”. Se caracterizan por ser muy prácticos, con pautas que se pueden aplicar desde el primer momento.
Además, su clínica online, de cobertura nacional e internacional, tiene un objetivo claro: mejorar la vida de las personas. La experiencia ha demostrado que la terapia online funciona igual de bien que la presencial.
¿Cómo fueron tus comienzos como psicóloga?
Mis comienzos como psicóloga fueron apasionantes, cuando le cuento a los nuevos que se incorporan a la profesión como me moví, reaccionan con “¿y eso hiciste?, qué barbaridad, que cansancio, yo me desanimaría”, pero yo tenía tanta ilusión por atender pacientes que me dediqué a escribir proyectos a diferentes médicos, cardiólogos, dermatólogos, ginecólogos, pediatras… e informaba a cada uno de lo que, como psicóloga, podía contribuir a mejorar a sus pacientes; por ejemplo, a los cardiólogos les exponía técnicas de relajación para gente con la tensión arterial descompensada o a los ginecólogos les hablaba del coito doloroso, etc. Iba y me sentaba con los médicos, visitaba consulta por consulta como si fuese una visitadora médica. A esto le dediqué horas y horas, pero tuvo su fruto, así que ese fue mi comienzo y lo recuerdo con mucha ilusión. Al año de estar ejerciendo, empecé a ver pacientes, porque algún medico confió en mí, y luego los mismos proyectos se los presenté a la radio, a la Cope, a la Ser, donde expuse que no se hablaba de psicología en la radio y que podíamos hablar de todos esos temas. Así fue como en el 96 empecé a trabajar en la Cope.
Yo me recuerdo inventando, generado oportunidades, oportunidades que luego me llegaban y aprovechaba, recuerdo mucha formación, estudié mucho más después de la carrera que durante la carrera, pero también me compraba muchos libros, lo que ganaba en pacientes lo invertía en libros y me seguía formando.
En el Real Betis viviste un ascenso y una temporada en Primera División logrando el objetivo de la permanencia con facilidad. ¿Esperabas sentirte tan importante para el equipo?
Antes de pasar por el Betis estuve en el Mallorca, 6 años, y tuvimos unas temporadas magníficas con Gregorio Manzano, recuerdo tener mucha acogida por parte de los jugadores y del cuerpo técnico, éramos una gran familia, las 6 temporadas que estuve allí. Lo que ocurre es que el Betis me dio una visibilidad, amor y pasión que no me dio el Mallorca, me encantan ambos equipos, y yo ahora me declaro bética y creo que seré bética ya toda mi vida, porque me dejó mucha pasión. Pepe Mel le dio mucha visibilidad a mi trabajo, y eso es algo que no había pasado anteriormente en el Mallorca, me reconoció mucho públicamente y se lo tengo que agradecer con toda mi alma. Nos hemos convertido en grandes amigos, y lo mismo ocurre con los jugadores, entonces, entre el impacto y la visibilidad que tiene el Betis, la presencia de Pepe Mel y los resultados que obtuvimos, fueron una serie de variables para que se me conociera. Me siento muy agradecida de lo que se generó entre todos, fue una sinergia y una química maravillosa.
¿Cómo encontraste el vínculo entre tu profesión y el teatro?
Realmente no empezó con el teatro, sino con una charla “teatralizada” con una compañera. Resultó que a esta compañera se le había ocurrido una idea y además yo llevaba tiempo dándole vueltas a algo parecido y el día que nos sentamos a hablar, ya teníamos ideas muy similares sobre el tema. Luego la parte más teatral llegó al buscar un director de teatro, que fue Rafa Blanca, quien teatralizo todo y cómo la gente acogía esa forma de hacer psicología, si lo pasaban bien y aprendían.
A partir de ahí, la siguiente obra fue con Rafa, que es director y actor, ahí si que se trata de teatro, lo otro era una conferencia teatralizada, y esto se ha convertido en una obra de teatro, y vino a raíz de ser creativo con la psicología, que yo creo que es algo que he hecho toda mi vida, desde como la expreso en las redes sociales a esta forma de divulgar.
Antes de esta charla teatralizada, en el tour de las malas madres, ya tocaba el tema de la psicológica con humor, y todo vino por ahí, de plantear con humor temas que a veces pueden ser tensos para los demás, porque el humor es una forma de facilitarle a la gente la comprensión de muchas cosas, de quitarle dramatismo, y eso genera un ambiente agradable que facilita el aprendizaje.
Después de la pandemia, la sociedad ha quedado mermada en términos de salud mental y la demanda de ayuda psicológica ha aumentado ¿Crees que la sociedad está normalizando la terapia psicológica?
La pandemia ha sido lo que le ha dado visibilidad a lo que mucha gente ya llevaba sintiendo, lo que ocurre es que en pandemia la gente se abrió, se normalizó sentir emociones distintas, emociones incomodas, porque lo sentía todo el mundo, es decir, el que tenía ansiedad ya no era un bicho raro, ni era alguien débil ni vulnerable, sino que era alguien normal, porque todos estábamos mal de alguna manera o de otra. Entonces esa normalidad asociada a sentir, a pensar, a estar bloqueado, a estar fatigado, permitió que la gente pudiera hablar desde dentro, abriendo un poco su corazón, sus sentimientos y mostrando su lado vulnerable.
También hubo mucha divulgación en redes sociales, salimos tantos psicólogos, haciendo videos y directos, dando consejos… y creo que ahí a los psicólogos se nos vio como personas, que tratamos lo que es la psicología de la vida cotidiana, un término que llevo utilizando muchísimos años, y que se refiere a todo aquello que nos afecta en el día a día. Ahí nos dimos cuenta de que todos somos parte de la psicología, que todo sufrimos temas relacionados con la psicología y que esta nos puede ayudar a todos.
Se ha perdido un poco el tabú, porque de hecho hace años en consulta, lo que veía eran trastornos graves, como una depresión mayor, trastorno de la personalidad, trastornos psicóticos, y ahora ves personas buscando un abanico de alternativas para poder tomar una decisión o gente queriendo cuidar su relación de pareja o intentando llevarse mejor con sus hijos, ahora ves que la gente pide consejo sobre temas que nos atañen a todos, todos los días.
¿Qué mensaje lanzarías a las instituciones competentes en materia de salud mental?
Pues yo a las instituciones les diría que hace falta invertir más en salud mental, es de cajón, tenemos un problema enorme con el suicidio, tenemos un problema enorme con el consumo de ansiolíticos y antidepresivos y que son un poco el test de por dónde va la salud mental en nuestro país. Hacen falta más psicólogos y psicólogas en la seguridad social y también haría un llamamiento, no solamente para cargar a la seguridad social, sino a las empresas. Igual que hay empresas que han metido fisioterapeutas, se podrían incluir psicólogos en las empresas, que ayuden a lidiar el estrés o problemas relacionados con la presión o con la conciliación, para que los trabajadores puedan trabajar con otro estado de ánimo. Yo creo que invertiríamos en la salud mental y con ello en la salud física, reduciríamos, por supuesto, el número de bajas laborales y la gente estaría mucho más a gusto.
Aunque naciste en Zaragoza, siempre dijiste que te sentiste canaria, ¿cómo es tu vínculo con las islas? ¿Te planteas vivir de nuevo en Canarias?
Mis raíces son canarias, mi padre es canario de toda la vida al igual que mis hermanos. Aunque nací en Zaragoza, con 5 años volví a vivir a las palmas y estuve hasta los 18. Toda mi familia a por parte de mi padre es canaria, y tengo ese vínculo con la isla, tengo amigos del colegio alemán de Almatriche que es donde yo estudié, y todo lo que atañe a canarias me afecta especialmente, tengo ahí mucha sensibilidad, me gusta volver, me siento allí querida.
Nunca he tenido el acento canario arraigado, porque cuando yo me fui a vivir con 5 años ya tenía un acento maño, y ya era la que hablaba godo, pero siempre se me quedó el deje como el “mi niña”, la gente en Zaragoza me dice “¿pero tú de dónde eres?”, pues tengo gran parte de un acento granadino, pero sobre todo el canario, más aún cuando hablo con mis hermanos o con mi padre, que todavía me sale más, y eso no lo pienso cambiar en la vida.
Me mantiene el amor a mi familia, a mis hermanos, todo lo que tengo en la isla, los recuerdos de niña, donde empecé a hacer gimnasia deportiva, donde me desarrollé como adolescente. ¿Volvería a vivir ahí? Creo que no, me fui de Granada, de donde son mis hijos, porque me quedaba lejos por las conexiones de todo lo que es mi trabajo, dando conferencias en medios de comunicaciones, sobre todo en Madrid, Barcelona. Además, en Zaragoza vive mi amor, que es maño y tenemos hecha la vida aquí, todo me saca fuera de Canarias, pero me encanta volver y me encanta disfrutar de todas las islas.