FRANCISCO OLIVA
Acabo de jubilarme y empecé en 1969, con 17 años. Antes era todo manual, cuando se empezó a fabricar el kétchup salían seis cajas diarias. Se hacía en un caldero, con embudo y cuchara se llenaban las botellas una a una y se tapaban a mano. Había máquinas, pero eran muy antiguas.
Lo primero que hice fue vaciar cajas de tomate, poco a poco pasé a manejar máquinas y carretillas, y hasta jubilarme estuve como encargado.
Con el avance de los años se fue implantando la nueva legislación de seguridad y calidad y por consiguiente comenzamos a tener cada vez más controles en nuestros puestos de trabajo. No hemos adaptado bien.
Todo lo mío está aquí, han sido muchas horas. Las máquinas funcionaban las 24 horas, teníamos turnos continuos y una producción muy alta. Estábamos todo el tiempo juntos, siempre nos hemos llevado muy bien.
Hubo una época en la que exportábamos a América y se había ampliado la variedad de productos, pero la crisis aquella de la Guerra del Golfo lo cambió todo, el mundo cambió mucho. Aun así, esta empresa siempre ha seguido abierta, no solo dando empleo sino también colaborando con eventos sociales y deportivos en los que siempre se ve un cartel de INTERCASA.
Cuando voy al supermercado me acerco a la zona donde están los productos de INTERCASA, aunque esté ya jubilado siguen siendo parte de mi vida. Esta es una nueva etapa a la cual me estoy acostumbrando.