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MARTÍN PÉREZ

Mi responsabilidad es la de controlar el movimiento de las 3.500 toneladas de materia prima que cada año se mueve en esta empresa. Es una materia prima que tiene que procesarse y luego distribuirse a los diferentes clientes. El control de todo ese material es parte de mi labor.

Entré a trabajar aquí en el 2001, coincidiendo con el ataque a las Torres Gemelas. Siempre me acuerdo por esa coincidencia, aunque mi actividad laboral siempre había estado vinculada al transporte y a la logística. Me siento un privilegiado porque contamos con unas infraestructuras estupendas, unas instalaciones grandísimas. Además, contamos con la maquinaria adecuada para poder desarrollar nuestro trabajo en las mejores condiciones.

Tenemos otros tipos de ventajas a la hora de venir a trabajar como es el caso de un aparcamiento privado. Esto puede parecer una cosa mínima pero es una suerte estando en un polígono industrial donde el aparcamiento es escaso.  Mucha gente que no tiene esta ventaja tienen que salir de su casa media hora antes para poder dejar el coche cerca de su empresa. Tenemos buenos vestuarios, duchas y taquillas. Son pequeñas cosas que hacen que los trabajadores estén cómodos en su puesto de trabajo. Una serie de ventajas que, indudablemente, ayudan a mejorar el rendimiento laboral.

Si tuviera que pedir a la gente que consumiera productos canarios, les diría que soy un trabajador de una empresa canaria. Además, también soy un consumidor que va al supermercado con un presupuesto ajustado y  siempre voy  a mirar el precio. Si no consumimos lo que nosotros producimos, al final las empresas de las islas van a correr el peligro de cerrar. Por tanto, tenemos que intentar consumir los productos canarios que, a similitud de precios con otros, suponen una garantía para el mantenimiento de puestos de trabajo para los canarios.

A lo largo de estos 16 años trabajando en Litografía Romero son muchas las anécdotas, pero si tengo que recordar algo destacaría los efectos del Delta, la gran tormenta que se produjo en el 2005 y que se cebó con esta parte de Tenerife donde se sitúan las instalaciones de Litografía Romero. Nos quedamos sin techo, con millones de euros en pérdidas, tanto en materia prima aún sin procesar como en trabajos terminados que estaban a punto de ser entregados a los clientes.

Yo recuerdo, como muchos, que a pesar de que las carreteras estaban cortadas en diversos tramos, vinimos a la empresa incluso antes de que nos llamara nadie. Estuvimos aquí 19 horas achicando agua y limpiando.

En ese momento, y aunque llevaba poco en la empresa, fui consciente de que éramos una gran familia que sabía lo que nos estábamos jugando era nuestro trabajo. Nos arremangamos todos, desde los ejecutivos hasta los empleados.

La situación no fue fácil, incluso el turno de tarde del día anterior se había quedado encerrado en los vestuarios junto con una patrulla de la Guardia Civil, porque era imposible salir. La Delegación del Gobierno recomendó no salir de las casas y no desplazarse por la isla, pero yo vine, y no fui el único. Pudo más nuestra preocupación por la situación de la empresa, que, en definitica, era la preocupación por los puestos de trabajo.